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Una de mis pasiones desde hace mucho tiempo es la docencia. Creo que la mejor forma de aprender algo es enseñarlo y no hay nada más bonito que descubrirle a alguien la belleza del saber. Es cuando realmente te das cuenta de tus limitaciones, eres capaz de asimilar algo por completo, aprendes enseñando. Además, siempre ha existido un instinto innato en mí para compartir conocimiento, intentando despertar esa curiosidad dormida que todos tenemos desde que somos niños. Sin duda alguna, es la razón por la que sigo actualizando este blog contra viento y marea, con el poco tiempo del que dispongo. En esta época de mi vida estoy satisfaciendo este gusanillo gracias a colaboraciones con el IAB, The College of Everything o el IED, donde siempre intento impulsar y seguir moldeando ese concepto aún etéreo de TecnoCreatividad, contagiándolo con ilusión a todo el que pasa por mi lado. Por eso, cuando he vuelto a encontrarme con Maria Montessori, no me ha dejado indiferente.

Había oído hablar del método Montessori hace bastante tiempo pero me pasó como cuando escuchas una canción en un momento equivocado, no sabes apreciar su potencial, su belleza. El reencuentro me ha llenado de ideas, de deseos y de ilusiones. Estoy realmente quemado con el enfoque actual de la educación mundial y en especial la española. He tenido últimamente una infinidad de debates en los que concluyo que tenemos un temario obsoleto, una desmotivación del alumnado generada por un sistema público que fomenta «la ley del mínimo esfuerzo» por parte del profesorado, un sistema privado en el que si un niño no aprende es por culpa del profesor y no del alumno, una enseñanza que se detiene cuando el niño sale del colegio y entra en casa, una infinidad de material teórico que no vale para nada si no se orienta hacia las aplicaciones prácticas… Estudiamos física porque vivimos en un mundo regido por sus reglas, según eso ¿no deberíamos estudiar todos informática avanzada desde pequeños?

Están surgiendo muchos ejemplos de innovación en la educación, desde los TextBooks de Apple hasta el proyecto pionero ruso E-OK de Alex Shustorovich, pero sólo cambia el formato (algo es algo) pero no la filosofía. Un ejemplo radical de cambio es la enseñanza finlandesa, quiénes se jactan de tener el mejor sistema educativo del mundo (tenéis que ver el documental The Finland Phenomenon: Inside The World’s Most Surprising School System’). La enseñanza en el país nórdico se basa en la confianza, la transparencia, el respeto, enseñar a pensar y no a memorizar, herramientas educativas actualizadas (desde YouTube hasta aplicaciones de iPhone)… Curiosamente, todos son pilares básicos de Montessori.

Otro dato curioso es que los colegios tienen un grado de autonomía muy elevado, enmarcado en un sistema en el que la educación se concibe como algo gratuito e igual para todos. ¡Ni siquiera los niños pagan por el material, los libros o la comida! Obviamente esto se refleja en unos impuestos más elevados pero ¿no están justificados? ¿si os dijera que los profesores tienen un status muy elevado, de respeto y reputación? Sólo los mejores alumnos pueden llegar a ser profesores. Es su gran apuesta, la del estado y la de las familias que continúan con la formación en casa. Todo con un parón de verano de 3 meses y menos horas lectivas diarias que en casi todos los países del mundo. ¿Impensable, verdad?

El método Montessori

La creadora de este método fue Maria Montessori, una educadora, científica, médica, psiquiatra, filósofa, psicóloga y otras tantas cosas. El Método Montessori es un método educativo alternativo basado en las teorías del desarrollo del niño, caracterizado por poner énfasis en la actividad dirigida por el niño y observación clínica por parte del profesor. Esta observación tiene la intención de adaptar el entorno de aprendizaje del niño a su nivel de desarrollo.

Si analizamos con cuidado el método, encontraremos los pilares fundamentales del mismo:

• La mente de los niños posee una capacidad maravillosa y única: la capacidad de adquirir conocimientos absorbiéndolos de forma natural. ¿Habéis escuchado la típica frase de que los niños son como esponjas? Esto es debido a que los niños aprenden de forma inconsciente, todo es nuevo, todo les motiva y por eso se empapan de cualquier conocimiento a una velocidad muy elevada. En esta fase tan importante de formación y aprendizaje, los niños necesitan ayuda por su naturaleza frágil pero no porque creativamente la necesiten. ¡Son unos fenómenos!




• Los períodos sensibles son períodos en los cuales los niños pueden adquirir una habilidad con mucha facilidad. El método contempla 6 grupos: de 0 a 3 años, de 4 a 6 años, de 7 a 9 años, de 10 a 12 años, de 13 a 15 años y de 16 a 18 años. Cada uno tiene una estructura de conocimiento determinada que potencia los conocimientos que mejor pueden absorber.




• De cara a que el método se cumpla, hay que crear un ambiente preparado y diseñado para fomentar el auto-aprendizaje del niño. Gracias a este «ambiente» los niños pueden desarrollarse (social, emocional, intelectual…) sin la asistencia y supervisión constante de un adulto. Libertad.




• El rol del adulto en el método Montessori es guiar al niño y darle a conocer el ambiente en forma respetuosa y cariñosa. El verdadero educador está al servicio del alumno y, por lo tanto, debe cultivar la humildad, para caminar junto al niño, aprender de él y juntos formar comunidad.




• Materiales didácticos auto-correctivos, que permitan a los niños saber que se han equivocado y corregir sus comportamiento. El fin educativo es la autonomía en todos sentidos: desde intelectual hasta social.

Como habéis podido ver, todo gira en torno a los niños en forma de triángulo: ambiente, materiales y protagonistas. El objetivo es aportar al niño de todos los elementos para que él aprenda y se desarrolle de forma autónoma.

Cuestionando el método y los protagonistas del sistema Montessori

El método Montessori tiene una sólida y fundamentada trayectoria desde hace más de 90 años, pero aún así sigue generando dudas y bastante polémica en cuanto a su efectividad. Los primeros periodos donde se aprende a hablar, escribir, contar… Son sencillos de comprender pero cuando entramos en materias más complejas y avanzadas, la libertad hay que tratarla con cuidado para que no pase al libertinaje y se siga manteniendo la motivación. Es curioso, pero en Social Noise hemos definido un plan de formación interno donde hemos estudiado bien los tipos de conocimiento y cómo deberían transmitirse. En el método Montessori se deberían matizar este tipo de detalles, aunque no me he informado en profundidad del enfoque en los periodos más altos, siendo la clave de todo: la motivación.

Es por eso que el papel de los maestros, ya sea en la escuela, sus padres o sus propios compañeros, es crucial. Montessori propone a los profesores una educación individual, sin imponer lecciones a nadie sino sirviendo de guía. Sin duda un enfoque acertado dada la idiosincracia del método pero que deberá complementarse con trabajos en equipo. La idea final de Montessori es que al niño hay que trasmitirle el sentimiento de ser capaz de actuar sin depender constantemente del adulto, para que con el tiempo sean curiosos y creativos, y aprendan a pensar por sí mismos.

Hoy en día este planteamiento es muy complicado de llevar a cabo. Los padres no se involucran en la educación de los hijos fuera de la escuela y eso provoca que los esfuerzos de los profesores no lleguen a ningún lado. Por otro lado, la incompetencia de los profesores y la falta de motivación, llevan a que los niños no se interesen por aprender. ¿Cuándo un libro que te obligaron a leer se convirtió en uno de tus favoritos? Finalmente están los compañeros, si ellos no están motivados arrastran a todos a la desmotivación y la picaresca del libertinaje.

Educando hacia la TecnoCreatividad

Como ya comenté, he llamado TecnoCreatividad al conocimiento de la realidad tecnológica con el objetivo de reinventar su uso de forma creativa. En la misma hay tres puntos importantes. El primero es realidad tecnológica, algo que no se potencia en la educación actual, no está en focado a la realidad ni a la tecnología y os aseguro que el futuro que nos espera no puede ser más tecnológico. El segundo punto es reinventar, la acción de crear algo, ya sea desde cero o en base a otro algo pero en definitiva innovar. Esta innovación es lo que cambia de paradigmas, es lo que nos lleva a evolucionar, es lo que mueve el mundo. Nada más lejos que una enseñanza que sólo nos hace memorizar. Finalmente la creatividad, algo innato en todos nosotros esperando a que sea potenciado en cualquier ámbito: desde la medicina hasta la abogacía.

He visto en Montessori una forma de potenciar la tecnocreatividad, de unir ese hemisferio izquierdo racional, matemático, analítico y estratégico; con el derecho, creativo, pasional, caótico y artístico; aunque desde pequeños nos dividan en ciencias y letras. La especialización es independiente a ser multidisciplinar, tener un perfil enriquecido y todo se basa en la motivación. Si os digo la verdad, conjugué esas palabras, tecnología y creatividad, para definir mi perfil (y los perfiles que buscaba y busco para Digital Noise) en una palabra. Aunque no tuve una educación basada en este método, en muchos aspectos se parecía. Mis padres siempre me educaron en la humildad, en el respeto, en el amor y sobretodo en la libertad. Pasé por muchas etapas donde tuve todo tipo de facilidades (o ambientes preparados): apuntarme a un equipo de fútbol, a uno de natación, a clases de piano, a clases de inglés, poder viajar fuera de España desde muy pequeño, aprender a resolver problemas siendo el «chapuzas» de casa, conociendo el maravilloso mundo de la fotografía, viviendo un año fuera… Cada vez que dábamos un paseo, surgía de mis padres una infinidad de datos informativos: desde la música de Vivaldi que sonaba en el coche hasta la historia del Drago de Icod de los Vinos, siempre desde un punto de vista curioso, interesante. Incluso a nivel religioso (algo que, al igual que la política dejo fuera del blog) fui criado en total libertad aunque con un «ambiente preparado» del que aproveché todo lo que pude y no me tiembla la voz al decir que gracias a él, soy quien soy ahora.

Esto me llevó a una filosofía de «Think Outside The Box» que he aplicado a toda mi vida pero que me hubiera gustado que el colegio me acompañara. Y eso que tuve profesores geniales como Felipe de los que me llevé tanto. Aunque mi caso sea totalmente distinto al de Larry Page, Sergei Brin, Jeff Bezos o Jimmy Wales; todos discípulos del método Montessori, veo con claridad que este enfoque filosófico es la educación del futuro. Sé que se tienen que dar muchos factores para que funcione y que toda revolución exige un cambio radical, pero es necesario este cambio de paradigma, de mentalidad. TecnoCreativity is the next Generation.