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Ya conocía todo el revuelo que siempre ha habido en torno a las polémicas valoraciones de películas (todos los públicos, mayores de 13 años…) que realiza la Motion Picture Association of America (MPAA). Lo que no sabía es la historia detrás de ellas, el secretismo y el carácter sectario con que se lleva todo el proceso, y gracias a una película-documental que vi este fin de semana pude enterarme de todo: This Film Is Not Yet Rated.

El vídeo corresponde a un fragmento de la película en el que explican de forma muy gráfica y cachonda las diferentes valoraciones que existen. La primera polémica con la que nos encontramos en el documental es que, siendo unas valoraciones públicas, no se conocen a quiénes las llevan a cabo ni los criterios que siguen. Jack Velenti, fundador del MPAA, comenta que no se dan a conocer los nombres para que no se sientan presionados y añade que los miembros son todos padres responsables. Esto me llevó a pensar en jueces, jurados y demás personas que dan la cara por algo mucho más delicado y en un detalle que comentan en el documental: es la única organización, junto con el servicio secreto, de la que no se sabe por quiénes está formada.

El vídeo gira en torno a la polémica generada con las valoraciones más duras, R y NC-17, que aunque ellos dicen lo contrario influyen en el orden de millones de dólares en los ingresos de una película, tanto por el visionado en los cines, la compra de DVDs o el propio contrato de producción con el estudio. Bromean con el hecho de que en el acto sexual, si se supera un cierto número de «empujones» pasa a una valoración más alta; y muestran muchísimos casos en los que la violencia es tolerada (incluso la más salvaje) y el tema sexual no, al contrario que en Europa. Otro detalle cierto es que por muy explícita y brutal que sea la violencia en una película, mientras no salga sangre las valoraciones se mantendrán bajas.

Otro tema curioso son las comparaciones entre películas. En el documental muestra el proceso de enviar una película para que sea valorada y la posterior llamada de la MPAA al autor con la valoración. Se niegan a dar explicaciones ni los criterios seguidos, sólo las escenas clave que han aumentado la valoración y por supuesto no dan garantías de que si se cambian ésta descenderá. Pero lo mejor de todo es que no admiten comparaciones entre películas dejando aún más claro que no siguen criterios concretos. Un ejemplo claro es que Jason Biggs se masturbe con una tarta (American Pie, escena que salía hasta en el trailer) tenga un R pero But I’m a Cheerleader obtenga un NC-17 por una escena similar, más light, sin desnudos pero en un entorno homosexual.

La MPAA es una asociación industrial sin ánimo de lucro cuyos miembros son los seis mayores estudios de Hollywood: Buena Vista (The Walt Disney Company), Sony Pictures, Paramount Pictures (Viacom, que compró DreamWorks en febrero de 2006), 20th Century Fox (News Corporation), Universal Studios (NBC Universal) y Warner Bros. (Time Warner). Más o menos estas compañías controlan el 90% del material visual que se genera en Estados Unidos. En el documental contratan a una detective que hace lo posible por desemascarar a los principales miembros del jurado y consigue sacar mucha informacion, identificando a muchos como altos cargos del panorama audiovisual estadounidense. La verdad es que no tiene ningún desperdicio, y todo está contrastado con testimonios de directores, actores y gente del mundillo, al igual que ex-miembros de la MPAA.

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